Participantes: Bruno, Rodro, David, Jorge (narrandor)
Sábado, 29 de Octubre de 2016
Poco a poco vamos llegando a Soncillo. Ciertos problemas técnicos para encontrar una broca nos han hecho retrasarnos pero por fin, almuerzo y hacia la ermita. Hace un día espectacular así que disfrutamos de los últimos soles del año antes de sumergirnos en el mundo endokárstico. En torno a las dos y media nos enfundamos los neoprenos y al lío. Abrimos las puertas del Trifón, que sopla con intensidad como en los días de verano.
Como vamos bastante cargados, la progresión por el cañón es bastante pesada. El principal objetivo del fin de semana es completar la escalada situada a medio camino en el río, y acceder a las galerías situadas en esta zona, que fueron ya fisgadas y topografiadas parcialmente en exploraciones previas. Según nos han comentado algunos de los veteranos exploradores de esta cueva, esta repisa que ya ratonearon en su día alberga sorpresas interesantes. Así que al llegar al punto de enlace abandonamos un bote estanco con el taladro y algo de material. La idea es llegar al vivac, cambiarse y regresar con ropa seca utilizando los pasamanos sobre el río para reducir el tramo de progresión por el cauce.
Llegamos al vivac y nos ponemos los monos secos. Comemos y preparamos un par de sacas con cuerdas, algo de material de instalación, equipo de topo y algo de comida.

Bruno se encarga de concluir la reinstalación del pasamanos que nos permite regresar al corazón del cañón de acceso, esta vez sin traje de neopreno y por las alturas, a unos 15 m por encima del río. Una vez en el final de los pasamanos, tomamos la cuerda y nos dejamos caer al cauce. Unos 130 metros nos separan de la escalada, donde hemos dejado esta mañana el material necesario. Entre gateras repisas y pasos en oposición conseguimos alcanzar, sin mojarnos, los bloques a escalar. Remontamos hasta lo alto del cono de bloques. La repisa casi se toca con la punta de los dedos, sin embargo vamos a instalar unos metros de cuerda porque el acceso resulta delicado. Mientras tanto, buscamos el enlace topográfico con la poligonal del río y vamos remontando hasta coronar los bloques.

Rodro se encarga de la escalada, que resulta rápida y sencilla, y deja instalado unos pasamanos de acceso. El resto tomamos la cuerda y le seguimos. Una vez arriba, una rampa de limo resbaloso nos conduce a una repisita que corona una salita donde se nos abre un abanico de opciones. Por la derecha una galería amplia y evidente, con un arroyo en un lecho calcáreo de color blanco en su centro y sin rastro de agua. La galería, delicadamente adornada queda interrumpida en un punto por un dique calcáreo que solo deja un pequeño arrastradero. Al otro lado una salita minimalista plagada de espeleotemas, con unas epifreáticas de gran belleza y macarrones.

La sala es un fondo de saco así que regresamos a la encrucijada y probamos suerte por un par de agujeros, que por fin se juntan en una especie de cañón estrecho y seco. Trepamos hacia el techo en oposición. Nos permite unos metros pero parece cerrarse. Continuamos progresando hacia adelante hasta llegar a un punto en que una colada solo deja un paso en rampa y con techo bajo y un suelo totalmente concrecionado. Se siente cierta corriente y el frío del exterior. Cruzamos la puerta y nos arrastramos cuesta arriba. Una sala de sección acampanada y cilíndrica aparece ante nosotros, de unos 10 m de largo, 5 de ancho y altura progresivamente descendente (el techo baja ligeramente y además el suelo sube en rampa hasta tocar con él.

La sala queda dividida en dos mitades, por una fractura que marca el eje longitudinal de la misma, y por la que cuelgan líneas de raíces que se descuelgan hasta el suelo de la sala. Además hay raíces en otras fracturas especialmente al fondo y en la mitad izquierda de la sala Algunas de ellas concrecionadas. En el suelo, una línea de estalagmitas y columnas define perfectamente la proyección de la fractura y las raíces del techo. Aunque la sala está seca, se aprecia perfectamente que las raíces divagan por las coladas buscando el agua hasta encontrar minúsculos gours generados bajo algunos goteos, donde acaban por introducirse. El aspecto del lugar es muy especial y bastante fantasmal. El fondo de la sala parece ser un cono de derrubios; como si se tratase de una antigua gran boca colapsada y enterrada en sus propios escombros. Se siente aire al fondo, y también restos de la presencia de murciélagos, aunque no encontramos ninguno.

Encandilados por el lugar, decidimos tirar poligonal hasta alcanzar el sector de las raíces para buscar correspondencia con el exterior. Así que manos a la obra, con Rodro ratoneando a nuestro alrededor, donde aparecieron dos o tres repisas interesantes, Bruno dibujando y David y yo tomando puntos con el disto. Llegamos al final, a la gatera en rampa y la sala de las raíces, y de allí al fondo de la sala. Cuando terminamos, nos percatamos de que son prácticamente la 1:30 de la mañana. Estamos cansados, tenemos frio y además nos queda un camino bastante respetable y no exento de aventuras hasta el vivac que nos llevara al menos una horita.
Así que plegamos, retiramos el material y cuerda para abajo de nuevo al rio. De allí, de nuevo remontar el río hasta la cuerda. Remontamos los 15 m de cuerda. Alcanzamos la galería desfondada, volvemos por los pasamanos y de vuelta al sector de los colores. En algo más de una hora alcanzamos de vuelta el vivac. Tras una breve cena y sobremesa nos metemos agotados al saco en una noche en que seremos premiados con una hora adicional de presencia en el Trifón.

Domingo, 30 de octubre de 2016
A eso de las 10 pasadas del domingo nos ponemos en pie. Desayuno animado con sobremesa, algo de recogida y preparativos para un nuevo día de exploración. Hoy vamos a dirigirnos a la zona nueva a reproducir la antigua poligonal para tratar de corregir algunos errores que se nos han generado en las poligonales. Así que tratamos de reproducir la primera poligonal que se tiró en esta zona, hasta la sala TJ y el anillo completo que conforman los dos caminos que nos permiten cruzar a la galería de la Burundanga. Así lo hacemos. Cuando cerramos el sector, nos percatamos de que se nos ha hecho la hora de irse ya que nos queda un paseíto hasta el vivac, y un largo y húmedo camino de vuelta a la calle. Regresamos con la sensación de haber hecho un gran trabajo.


Recogemos el hogar, empaquetemos todo, nos enfundamos en el neopreno mojado y emprendemos camino de regreso al exterior. En el enlace con el recién reestrenado sector de la sala de las raíces tenemos nuestra saca con el taladro esperándonos. Ya de noche salimos al exterior, y de vuelta a las furgonetas. Hace frío aunque soportable. Nos cambiamos rápidamente y tomamos carretera hacia Soncillo. Un pincho en el TJ, y cada mochuelo a su olivo. Ha sido un fin de semana muy intenso y estamos cansados a la par que satisfechos.