UNA LADERA HOSTIL, UN MEANDRITO SUGERENTE Y UN AGUJERUCHO INFESTO. 8 DE DICIEMBRE DE 2016

Participantes: Crispi, Jorge

Jueves, 8 de Diciembre

A eso de las 12:00 acudimos al TJ de Soncillo. La idea es hacer un reconocimiento exterior de la zona, buscar agujeros que nos permitan colarnos en el mundo subterráneo y revisar algunos agujeros que han ido apareciendo anteriormente y no se han podido revisar, bien por falta de luz, ropa adecuada o tiempo.

Tras un breve almuerzo, ya que el día se nos echa encima si no, cogemos la furgoneta y nos dirigimos a la ermita. Nuestra primera idea es proseguir con la revisión de la zona próxima a la boca, y especialmente de un afloramiento rocoso recientemente descubierto junto al camino. Así que tras llenar la cantimplora en la fuente, remontamos la pendiente y al ritmo del GPS nos dirigimos al lugar. En seguida decidimos centrarnos en el escarpe puesto que de haber algo, parece el lugar más propicio.

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Exterior de la cavidad

Remontamos el escarpe a favor de la pendiente. Aunque nos separamos es imposible abarcar la ladera, ya que entre el lapiaz y las carrascas apenas podemos controlar unos metros a ambos lados. Vemos el abrigo en la roca, descubrimos zonas de lapiaz interesantes, pero no parece haber pozos importantes, y todos los que tienen un cierto tamaño se encuentran tapados con bloques. Por fin, hartos de pinchos decidimos cambiar de rollo, así que nos acercamos por la pista a uno de los agujeros ya localizados y por revisar. Nos introducimos destrepando entre bloques en una grieta en el suelo, que resulta ser el techo desprendido de un meandro fósil, viejo y estrecho, que parece tirar a ambos lados.

Probamos primero en dirección Norte, pero aquello se ciega apenas dos metros después del derrumbe. Luego hacia el Sur, hacia donde tenemos algo más de suerte, ya que el meandro, donde descansan algunos murciélagos, se prolonga unos 15 m. Es cómodo aunque hay que ir de uno en uno. En los últimos metros, progresivamente el techo baja hasta encontrarse con el suelo y perderse la continuidad. Es evidente que se trata de una galería, que la erosión ha terminado por descubrir, y dado que se encuentra en la parte central y más baja de la cabecera de la hoya parece que ha funcionado en alguna época como sumidero, pero poco a poco los sedimentos arrastrados han terminado por cegarlo, dando lugar a un suelo horizontal de arena y tierra.

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Aspecto interior de la galería explorada

A la salida hacia el exterior nos fijamos en una especie de pozucho infesto en el suelo lleno de bloques pero sin ningún relleno de tierra entre ellos de manera que se deja entrever algo de continuidad. Tiramos alguna piedra. Algunas parece que ruedan. No llegamos a asomarnos y hay bastantes bloques que mover en una posición bastante incomoda. Así que por hoy, lo dejamos aunque le tenemos echado el ojo. Un acceso a las galerías que seguro corren por debajo de la hoya podrían ser otro acceso potencial al sistema. Y esta zona de lapiaz, con varias dolinas interesantes, ofrece posibilidades. Además nos sitúa mas o menos en una posición equidistante de Piscarciano y de El Trifón.

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Aspecto exterior de la segunda de las galerías exploradas

Motivados por el agujerucho, nos disponemos a visitar otro de los agujeros que ya habían sido avistados anteriormente, una boca situada en la base lateral de una cresta calcárea, bajo un peñote rocoso, unos 100 m por encima de nosotros así que nos toca remontar barranco arriba. Fisgamos la zona y remontamos a la cresta. Nos ponemos el casco y nos metemos en el agujero, que se prolonga en un conducto de 0.50 x 0.50 m, descendente.

Tras unos 10-15 m de progresión muy sinuosa llegamos a una especie de salita, de donde arrancan dos conductos, uno a derecha y otro a izquierda, ambos impenetrables. A la salida encontramos huesos de varios tipos de bichos, y leños quemados viejos. Y a unos 30 m hay otro agujero similar que tira apenas unos tres metros y seguramente acabe por conectar con el anterior, pero es impenetrable para nosotros.

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Interior de la galería
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Diminuta puerta al mundo endokárstico

Tras abandonar este sector de galerías diminutas, bajamos al fondo del valle por unas repisas delicadas. Luego remontamos la ladera de enfrente en busca de un asiento rocoso que nos llamó la atención, pero con la vegetación nos liamos bastante y por fin decidimos que estas zonas se ven mejor desde arriba y en algún caso con taladro y cuerda. Encontramos una pedrera que nos teletransporta al camino, ya bastante más abajo, y en veinte minutos estamos en la furgo.

Con esto ponemos fin a la jornada de exploración. Regresamos a Soncillo. Breve refrigerio y cada mochuelo a su olivo…. Ha sido una jornada interesante y completa, con nuevos interrogantes y también con alguna incógnita cerrada.

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