
Participantes: Lorenzo, Mariajo, Rolo, Bruno y Zorbi, Jorge, al habla. Fotografías de Lorenzo y Jorge
Mención especial a Rodro por contribuir al día siguente y sin saberlo, al título de la entrada.
Bar TJ, Soncillo, 11:00. Unos 4 grados de temperatura. Los páramos blanquean, la escasa nieve caída estos días se resiste gracias a las bajas temperaturas.
Hoy nos acercamos a la hoya con dos misiones fundamentales. La primera es conocer, de la mano de Loren, la paleosurgencia original del Trifón, que se encuentra a escasos metros del túnel excavado durante la desobstrucción y oculta entre una espesa vegetación. La segunda, pero no menos importante, es observar el comportamiento hídrico del valle, tanto de la surgencia del Trifón como de las surgencias y sumideros de la hoya: Arenas, Vacas y Piscarciano.
Después de un desayuno al calor del bar y aprovisionarnos de pan y alimentos, nos acercamos a la ermita, donde dejamos las furgonetas y preparamos mochilas y útiles necesarios. Recorremos el breve camino hasta la boca del Trifón.
La surgencia se encuentra en un nivel alto. En torno a la arqueta de hormigón de la captación, el agua brota por todos los agujeros del terreno. La altura del nivel del agua en el interior puede verse simplemente siguiendo los hilillos de agua que salen por todas las esquinas. El agua salta por encima de la arqueta, moviendo las losas de hormigón y arrastrando todo salvo bloques.
Nos adentramos en el túnel hasta llegar a la gatera descendente. El agua puede tocarse fácilmente con la mano, aunque no alcanza las marcas de nivel de hace un par de meses. El nivel se encuentra aproximadamente 1 m por encima de su nivel normal. Con el agua a este nivel, la entrada resultaría inviable, tanto por la presencia de tramos sifonados como por la importante corriente en contra que convertiría en un infierno el pasillo de entrada.

El siguiente paso es alcanzar desde donde estamos la surgencia original. Manos a la obra, nos adentramos en la maraña de arbustos que jalonan el cauce. Nos abrimos camino hasta llegar a un cauce con agua. Estamos a escasos metros de la boca del Trifón, pero el lugar nos había pasado totalmente desapercibido. Al fondo, la ladera negrea entre las ramas. Por fin, alcanzamos la cavidad, que resulta ser un pequeño pórtico rectangular lleno de bloques cubiertos de musgo. El agua inunda el único paso al fondo de la galería: una infesta gatera de dimensiones muy reducidas a la que solo podríamos intentar acceder en estiaje y desobstruyendo previamente por el fondo. Un torrente de agua aflora entre los bloques de la boca y discurre hasta confluir con el agua de la surgencia principal.

Una vez tomadas las fotografías de rigor y estudiado en detalle el lugar, nos disponemos a remontar el río hasta la surgencia de Arenas y la hoya de Piscarciano. Recorremos el lindo kilómetro de cauce hasta la boca de Arenas que, a la vista de las últimas observaciones parece mantener un nivel y un caudal relativamente uniforme. Sin embargo esta vez la hoya nos depara una sorpresa puesto que, a diferencia de la última visita, la resurgencia de Vacas se encuentra activa.

Al ruido de la cascada nos encaminamos a la boca inferior de Vacas. Remontamos los bloques y nos adentramos siguiendo un borde rocoso. Por supuesto, toda la boca se encuentra inundada. Nos entretenemos fotografiando el lago de aguas tranquilas, solo interrumpidas por las ondas de los goteos y los chapoteos de Zorbi.
Tras una intensa sesión fotográfica, nuestros estómagos nos recuerdan que llega la hora de zampar. Así que nos apalancamos en una repisa entre bloques y devoramos sin entretenernos demasiado para no quedarnos fríos.

Ahora nos proponemos acercarnos a la boca de Piscarciano, a comprobar en qué estado se encuentra. La hoya no está inundada; pero un río serpentea por el fondo de la depresión arcillosa, sin un cauce definido y por encima de la vegetación. La boca superior de Vacas se encuentra prácticamente sifonada, apenas unos centímetros separan el agua del techo; sin embargo la hoya se encuentra muy lejos de su máxima capacidad, como atestiguan las marcas de nivel de agua, varios metros por encima del suelo que pisamos. Además, vemos filtraciones locales de agua a través del fondo de la hoya.

Remontamos el arroyo hasta su origen, en la boca de Piscarciano. Como era de esperar, esta se encuentra inundada y rebosa por su boca. De nuevo, disfrutamos del espectáculo y sacamos unas fotos, mientras Zorbi hace largos por la gigantesca galería inundada.

Hecha la labor del día, emprendemos el viaje de vuelta al coche.
De nuevo, una interesante jornada. A pesar de que la nueva boca del Trifón, en el estado actual del acuífero no nos da ninguna posibilidad, tenemos pendiente una incursión en los meses de verano que quizás nos depare alguna sorpresa. Además, hemos podido ver en directo el funcionamiento hídrico de la hoya en un momento muy singular, cuando Piscarciano comienza a rebosar pero la hoya aún no ha tenido tiempo a inundarse.

El balance de las tres últimas visitas a la zona ha puesto de manifiesto un régimen de funcionamiento dinámico y sorprendente; a finales de Diciembre el Trifón en su nivel máximo y la primera puesta en carga de la cueva de Arenas, cuyo funcionamiento a partir de ahí parece haber sido constante y bastante uniforme, con un caudal que puede rondar los 50-100 l/s. A mediados de Enero, el Trifón vuelve a caer hasta un nivel ligeramente superior al normal. En Arenas, las cosas siguen igual. En Vacas en cambio, las surgencias interiores han comenzado a rebosar formando un arroyo que ha llenado el gigantesco embudo de barro. En Piscarciano, la boca se inunda pero no rebosa (aunque tanto Piscarciano como Vacas parecen tener síntomas de haber estado puntualmente activas). En esta última ocasión, el Trifón en un nivel intermedio, Arenas como siempre y Vacas y Piscarciano activas, pero sin llegar a inundar la hoya. Si las precipitaciones se mantienen por encima de la capacidad de descarga del acuífero, como sería de esperar, el siguiente episodio a producirse será la inundación progresiva de la hoya.