Integrantes de la expedición: Lobo, Áfri, Karim, Lore, Rodro, Bruno, Jorge y la visita relámpago de Rober de Merindades.
Jorge nos cuenta…
Sábado 22 de diciembre de 2018
En torno a las 11 de la mañana nos juntamos en el bar TJ de Soncillo. Tras un breve almuerzo, recorremos los escasos kilómetros q nos separan del valle.
El tramo superior del río está seco. La surgencia se encuentra en el mínimo anual. Por lo demás, no apreciamos cambios ni nada digno de reseñar.
Este fin de semana tenemos entre manos una entrada potente, con bastante material y bastante gente. Para algunos es el primer vivac subterráneo. Además, llevamos bastante tiempo sin hacer entradas largas y no tenemos claro el estado del material y la comida acopiado en el vivac, por lo que optamos por sobredimensionar bultos, lo cual nunca termina por ser una gran idea en los angostos pasillos del Trifon.

Así, con paciencia, con patadas y con algún juramento empujamos los bultos hacia nuestro recóndito escondrijo. Después llega la cuerda de subida, que nos implica una demora importante al resultar un grupo bastante numeroso y con bastantes bultos. Recorremos poco a poco los pasamanos hasta la galería fósil y por fin, se erige ante nuestros ojos nuestro añorado campo base. Nos quitamos el traje de pez y nos acomodamos en torno al hornillo.

Degustamos algunas viandas. Algunas con excelente sabor y otras con un característico saborcillo, fruto de la maceración compartida en el interior del bote. Trazamos planes: Bruno y Rodro van a regresar hacia la entrada a buscar a Rober (Merindades), que nos ha manifestado su intención de acercarse un rato a la tarde. Además, van a instalar una segunda vía de ascenso-descenso-izado de sacas junto a la existente para agilizar el tránsito en el acceso-salida. Por otro lado, los demás nos dedicaremos a resolver algunas incógnitas, concretamente la escalada que hicimos Crispi, Alfredo y yo hace año y pico y que se encuentra parcialmente instalada. También el paso Brunelesqui en el que tenemos que estudiar la viabilidad de algunas chimeneas.
Así que pillamos taladro, material de instalación, equipos, algo de comida y demás enseres y nos encaminamos por la galería principal hasta la primera de las escaladas. Subimos Lorena y yo. Lorena se adentra en lo que resulta ser un meandrucho impenetrable, así que retrocedemos y desinstalamos la escalada, viéndonos obligados a abandonar un anclaje, una chapa y un maillón bastante comidos por la herrumbre.
Una vez cumplida esta primera y breve misión, ponemos rumbo al paso Brunelesqui y la galería embarrada que cuenta con algunas chimeneas. Tras observarlas con detenimiento, localizamos la que nos parece más ancha en su parte superior. Afri me asegura en una escalada hacia la repisa que da acceso a la chimenea.
Entretanto, Bruno y Rodro regresan de su misión, sin haber encontrado ni rastro de Rober en toda la cueva; y ratonean un rato con Lorena. Después, cedo a Bruno el relevo en la escalada, que corona retorciéndose como una salamandra hasta alcanzar un «meandrucho» que, tras pasar más o menos por encima de la galería, termina por cegarse y conectar con la parte interior de una sala que conforma la base de un pozo donde abundan las formas de erosión, con numerosos golpes de gubia y formas excavadas por un flujo potente de agua que parece proceder de un sistema de fisuras que corona el techo del pozo, de unos 10 m de altura. La sala drena a través de una serie de canales profundamente excavados. A media altura del pozo aparece una repisa que parece que pueda albergar alguna ventana, y que quedará pendiente puesto que nos hemos quedado sin cuerda.

Así que retrocedemos. Bruno reinstala la escalada y mientras emprendemos el descenso al vivac. Acompaño a Karim, a Lobo y a Afri a visitar someramente el sector superior. Por fin, ponemos rumbo de regreso al vivac que alcanzamos en torno a las 11 de la noche. Cenamos y nos echamos a dormir. Ha sido un día largo e intenso, y mañana tenemos aún bastante faena pendiente.

Sábado 23 de diciembre de 2018
Amanece en el vivac en torno a las 9. Desayuno con un queso triple fermentación que llevaba más de un año madurando en la cueva, y de nuevo, varios equipos de trabajo. Esta vez Bruno y yo vamos a volver al sector del paso Brunelesqui a completar la escalada y cerrar la incógnita y la topografía en esta zona. Karim, Lore y Afri se dedicarán a topografíar los niveles inferiores que conectan la galería principal con el paso Brunelesqui. Lobo y Rodro reinstalarán la escalada situada inmediatamente sobre el vivac.
Así que de nuevo regresamos al embarrado sector, y retomamos el ascenso por la recién instalada chimenea hasta el pozo, donde realizamos una nueva breve escalada hasta las repisas, que resultan absolutamente impenetrables. Así, iniciamos la topografía desde ese punto hacia el exterior, hasta enganchar con la galería que sucede al paso Brunelesqui. Cerrada la zona, desinstalamos todas las cuerdas de la galería, hasta enlazar con el acceso al sector superior. En seguida se nos hace la hora de comer, así que regresamos al vivac.

Allí encontramos a Rober de Merindades que decidió posponer la entrada de ayer a hoy y se encuentra haciendo tiempo a nuestra salida pero en traje de neopreno y pasando frio. Disfrutamos de un frugal festín e iniciamos los preparativos de la salida. Por suerte, vamos algo más ligeros que a la entrada aunque igualmente, al ser un grupo numeroso, tardamos un rato en salir.
Tras la conocida sucesión de pasamanos, estrecheces y pasillos inundados, en torno a las 18:00, alcanzamos la boca. Vamos a las furgonetas, nos cambiamos y de allí al TJ a tomar algo y a saludar a Tomás.
Ha sido un fin de semana intenso. Hemos realizado varias tareas importantes que teníamos pendientes, hemos recuperado material instalado, hemos escalado y topografiado y, además, ha sido una variada e intensa primera vez para varios de los integrantes del grupo. Y todo ha salido rodado.