NEOPRENOS FRIOS, DISTOS CALIENTES. 15 Y 16 DE AGOSTO

15-16 de Agosto de 2020

Participantes: Carla, Bruno, Lore, Rober (G.E. Merindades), Rodro, Jorge (al habla); Mariajo y Rober acompañándonos a la salida

El viernes por la tarde-noche nos reunimos una vez más en la campa de Hoz. Debido a los diferentes horarios y distancias al punto de encuentro, esta vez preparamos una entrada escalonada. En primer lugar Bruno y Carla, que se adentran en torno a las 21:30. Rodro, Lore y Rober esperan a mi llegada pasadas las 22:30. Tras un bocado nos disponemos a entrar, pero por fin, cosas del directo, Rodro y Lore tienen que posponer la entrada al sábado por lo que Rober y yo nos preparamos para meternos al agujero, misión que abordamos pasada la medianoche.

La entrada transcurre sin incidencias importantes, pero llevamos dos bultos por persona así que entre pitos y flautas en torno a las 2:30 estamos en el vivac. Pero en ese momento descubrimos con horror que una de las sacas estancas de Rober se ha mojado y resulta ser la más importante: saco y ropa seca. Así que Rober valora como mejor opción salir al exterior de nuevo. Decido acompañarle hasta el pasillo de salida, ya que una cueva no es un buen lugar para moverse solo, y menos aún si no la conoces y nadie te espera. Ligeros de peso, tardamos una media hora en regresar a la Sala de los Mosquitos y el pasillo de entrada. Y desde allí vuelta al vivac, que de vacío me llevo algo menos de media hora. Y a las 3:45 agotado flotando en la hamaca.

El sábado pasadas las 11 nos despiertan Rodro y Lore. Tras almorzar nos ponemos en camino los 5. La idea hoy es ir al nivel superior y adentrarnos en el subsuelo de bloques bajo las grandes salas del Nivel IV, zona que solo ha sido ratoneada en parte y aún sin topografiar hasta la fecha. De camino, aprovechamos un rato para calibrar el Disto nuevo de Bruno, mientras el resto del equipo se adentra para revisar una galería lateral pendiente. 

A continuación, abordamos la remontada y después comemos un tentempié mientras planteamos la tarea a realizar. Descartamos de momento el laberinto situado bajo la Sala de los Espejos para centrarnos en las catacumbas bajo el Paseo del GEN, más urgentes. Haremos un equipo flexible; y comenzaremos topografiando con los dos aparatos simultáneamente a modo de comprobación para dividirnos posteriormente en dos equipos. Una o dos personas irán ratoneando adelante y marcando las opciones más favorables y preparando los puntos, otro irá dibujando y dos personas manejando los distos. 

Paseo del GEN, bajo el que se sitúa un complejo laberinto de galerías

Arrancamos la faena accediendo al laberinto por la primera de las tres opciones que encontramos y que resultan converger las tres en una galería cómoda cuyas paredes revelan una cueva excavada por el agua, y bloques desprendidos del techo y las paredes. En realidad, parecemos estar entre enormes bloques desprendidos, que en su desplome han conservado la geometría del meandro original, pero han tapizado el suelo de una escombrera de bloques, lascas, columnas, y concreciones hechas añicos. La galería continúa serpenteando, a veces menos definida. La corriente de aire la ha tapizado en algunas zonas con un terciopelo de cristales y flores de aragonito, con lo que decidimos balizar a nuestro paso para evitar machacar en exceso una serie de zonas delicadas que vamos encontrando. 

Dejamos algunas incógnitas abiertas debido a la delicadeza de la zona, cuya exploración a fondo ocasionaría sin duda daños irreversibles. De regreso, nos adentramos en un pequeño desfonde que nos conduce a una galería inferior de apariencia tectónica que termina por cerrarse unos metros más adelante. Tras valorar su desarrollo, decidimos que tiene interés topográfico y abordamos la poligonal y el dibujo.

Antes de retirarnos de nuevo a remontar el desfonde, nos adentramos por un laminador, que se prolonga en una rampa descendente hasta una galería virgen bastante singular. El techo es una gran placa de roca cuajada de pequeños pendants, y la base un relleno de barro y arena que denota una erosión por efecto de una corriente de agua y una posterior calcificación por efecto de los goteos. La galería, singular en la zona, se prolonga con ligera curvatura antihoraria en pendiente descendente en sentido opuesto a nuestro avance por la galería superior, hasta terminar por obstruirse casi completamente por un bloque en una zona sinuosa. Aquí el agua ha pasado pero el humano no parece de momento poder pasar, por lo que damos por concluida la zona. 

Son ya cerca de las 21:30 y tras un breve bocado emprendemos el descenso hasta la galería principal. Una hora más tarde estamos devorando en el vivac unos deliciosos filetes de lomo fresco recién hechos. Una breve sobremesa y a la cama, que el día ha sido bastante completo y mañana queremos hacer faena también.

El domingo amanecemos con la calma y sobre las 11 estamos desayunando un café caliente con barritas con sabor a bote. Rodro y yo nos disponemos a repetir un tramo importante de poligonal de la galería principal que presenta algunos errores. Bruno, Carla y Lore van a revisar ramales pendientes para plantear la topo y a dibujar algunas galerías laterales ya dibujadas. 

Avanzando por la Galería Principal

Cuando rondamos la mitad de la poligonal realizada, nos adelantan. Rober ha vuelto para echar el día con nosotros, así que Bruno, Carla, Lore y él se dirigen a echar un rato en el caos de bloques que pone fin a la galería principal, puesto que además de ser el lugar donde vamos a terminar la poligonal, es una zona que tenemos que terminar de revisar y que siempre nos ha deparado sorpresas, siendo uno de los puntos críticos de la cueva. 

Rodro y yo no tardamos en terminar la poligonal y encontrarnos con los ratones. Después, y para darles un poco más de tiempo,  volvemos con idea de recalibrar el aparato, pero por fin lo dejamos pendiente al no lograr un error aceptable y ser ya cerca de las 14:30. Así que al regreso de los ratones nos volvemos todos juntos a zampar y preparar la salida.

No nos demoramos mucho en la comida, porque encontramos la famosa torta de chicharrones que Rober nos había dejado en la entrada, y que dábamos por desaparecida. La devoramos con queso azul y embutido, reservando energías para la salida. No hablamos mucho porque nuestras cabezas están ensimismadas ya pensando en el entrañable momento de calzarse un neopreno húmedo, frío y maloliente para adentrarse de nuevo en la zona activa de la cueva que nos conduce al mundo exterior. La recogida es rápida y solemne, pero el cambio de ropa provoca una explosión de energía en forma de juramentos, maldiciones y homenajes variados a deidades de diferentes procedencias, culturas y condiciones que ayudan a mitigar la violencia del choque térmico a la par que armonizan el momento.

La salida la realizamos en dos grupos: delante Rober, Rodro y Lore y detrás Bruno, Carla y yo. Transcurre menos accidentada que la entrada, aunque un bote estanco se revela y cae unos 10 m hasta el rio, por suerte en un lugar recuperable fácilmente y sin mayores consecuencias para el recipiente y su contenido. En torno a las 16:30, nos encontramos con Rober y Mariajo que nos esperan a la salida tomando el sol. Regresamos a merendar a la campa (nuestro querido TJ se encuentra cerrado), y pasadas las seis de la tarde, nos ponemos en camino hacia nuestros respectivos hogares. 

Ha sido un buen finde para retomar la actividad, donde hemos dejado planteada la topo de un nuevo sector, que además hemos balizado; y hemos cerrado incógnitas, errores y tramos pendientes de revisión o dibujo, además de haber realizado una nueva poligonal sobre un tramo muy importante de la galería principal. A pesar de la concatenación de contratiempos, hemos podido calibrar el nuevo disto y aclarar algunas dudas al tiempo que nos han surgido frentes nuevos. También hemos inventariado la comida y las necesidades del vivac. Esperamos reencontrarnos pronto en nuestra acogedora madriguera.

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