
Participantes: Rodro (Fotografías), Jorge(Narración)
Después de un sábado intenso en Covanegra, hemos decidido quedarnos la mañana del domingo dando un paseo por los exteriores del Trifón.
Primer objetivo: Remontar el río hasta la boca de arenas y adentrarnos en esta con el neopreno. De camino, fotografiamos las formas epikársticas. El agua casi agotada, pero aumentando ligeramente a medida que remontamos. Llegamos a la cascada y en el cauce superior nos percatamos que el río se ha secado de nuevo. Bajamos por el mismo en busca de una hipotética surgencia intermedia que explique la brusca aparición del agua… al fin , aparece, entre terrazas de río y grandes bloques. Una cantarina y abundante surgencia, de la cual no hemos encontrado mención alguna hasta la fecha.

Nos aproximamos y tomamos posición. Examinando de cerca el manantial, vemos que el agua mana de un conducto impenetrable entre bloques.
Tras examinar la curiosa zona, retomamos el cauce ascendente hacia la cueva de Arenas, cuyo caudal se encuentra en declive progresivo y no tardará en secarse. Nos ponemos el traje de neopreno y nos introducimos en el agua. Recorremos la cueva hasta su fondo, de donde mana el caudal de agua.

Comemos junto a la cueva de Arenas. Ayudamos a un grupo de senderistas a localizar la cueva de Vacas. Al cabo de un rato nos dirigimos nosotros a ella. Atravesamos la cueva con una incursión a la salita de los embudos, cruzamos la hoya y nos adentramos en Piscarciano hasta el paso del Garrotín, apreciando que todo se encuentra bastante seco, aparte del barro habitual en la galería de la entrada.

El camino de regreso lo hacemos por el sendero directo por los chalets hacia la ermita.
La jornada ha sido bastante interesante; ya que además de echarle un vistazo al funcionamiento de Arenas, ya próxima a su agotamiento, nos ha revelado un nuevo elemento a considerar en el complejo sistema hidrogeológico que da lugar al río Trifón.